Soledad Antelada mantiene a raya a los hackers desde Silicon Valley “Todo es susceptible de ataque”, advierte esta experta.
Su familia dejó Málaga tras la Guerra Civil y volvió de Argentina cuando ella tenía solo tres años, huyendo de otra dictadura. Soledad Antelada (Buenos Aires, 1977) visitó de manera efímera Silicon Valley y decidió que este era el lugar en el que quería desarrollar su carrera. “Esto es la meca”. Hoy es la única hispana y de las escasas mujeres en su departamento del Lawrence Berkeley National Laboratory, o el Berkeley Lab, un lugar con un lema claro: “Dar al mundo soluciones científicas”. De este centro de investigación han salido 12 premios Nobel.
Tras estudiar informática en Málaga y varios años de experiencia se vino a San Francisco sin nada. Apenas una mochila y ahorros para unos meses. Tenía 30 años y su madre acababa de superar un cáncer. Tocaba un cambio de vida. Se inscribió en el City College, la universidad de la ciudad, donde pronto le ofrecieron un trabajo a tiempo parcial para ir pagándose los gastos. “Es duro emigrar, no hay que engañarse. La nostalgia a veces te engancha y es difícil dejar atrás la vida en España, pero se supera y te quedas con lo mejor de cada sitio”, explica mientras prueba con indiferencia la hamburguesa sin carne de moda en la zona.
Decía que venía un año, para probar, y por ahora no contempla un cambio de aires. El día a día lleno de grandes retos es suficiente estímulo para seguir en el corazón de Silicon Valley. El inglés fue su primer escollo. “Hay que hacer el esfuerzo para mantener conversaciones, para tener un nivel profesional, pero merece la pena”.
Hoy su misión es clara, mantener a raya a los hackers que quieren cometer delitos a través de la tecnología. Algo extraño en una mujer pero que no tuvo en cuenta en sus comienzos. “Siempre me gustó la tecnología. En España no me di mucha cuenta, pero con el tiempo, al avanzar, sí vi que queda mucho camino por recorrer”, relata.
Estudió varias materias que hoy son la base de su desempeño profesional: detección de intrusos, hacking ético e incluso informática forense. Una de las ventajas de su labor es cómo se trabaja: “No se compite con nadie. Todo es colaborativo”. Su centro de trabajo, con un presupuesto de 800 millones de dólares en 2016 está alerta a todo tipo de amenazas. Desde timos en internet y spam masivo a escándalos como el WannaCry, que puso agrandes empresas contra las cuerdas. Le seduce que cada día es diferente: “Tan pronto estás planteando un proyecto como tienes que dejar todo por una nueva amenaza”.
El phishing, un conjunto de técnicas que imitan una web para hacerse con las credenciales de acceso de los usuarios a servicios, es una de sus obsesiones: “Cada vez es más sofisticado. No solo hay que tomar medidas técnicas, sino también enseñar a los usuarios. Cada vez vemos más ataques a servicios de correo o almacenamientos de datos”. El internet de las cosas es otro de los puntos clave para el futuro. “Muchas veces no se da tanta importancia en asegurar el hardware como se hace con el software y después vienen las sorpresas. Todo es susceptible de ataque. Puede que se quede en nada o puede que tomen el control de tu coche a través del sistema de navegación o de tu casa desde el termostato”.
El ransomware, software que rapta ordenadores y por cuyo rescate se piden grandes cantidades, casi siempre en criptomoneda, está a la orden del día. “Hasta que te toca cerca no se aprecia. Si uno pierde sus fotos, se entristece pero no pasa nada, pero ¿y si se pierde un historial médico y no tienen una copia de respaldo? Hace falta un plan de mitigación de ataque, equipos con experiencia y ganas de frenar esa amenaza”. Antelada deja claro que sí percibe que el Gobierno de EE UU se ha tomado en serio la ciberseguridad: “Es una prioridad federal, al margen del Gobierno que toque. Se hace con visión global, por el impacto que tiene”. CNet, medio especializado en tecnología, la ha destacado como uno de los latinos del año en el sector.
A pesar de los avances, sí echa de menos perfiles más diversos en su campo: “Hace falta invertir en gente, en talento diferente. Si todo el mundo es igual y piensa igual, no se van a llegar a soluciones distintas por otros caminos”.
La ciberseguridad del futuro
Responsabilidad. La ciberseguridad es un campo que requiere de “una ética y responsabilidad, pero que va a crecer muchisimo”, asegura Antelada. “Puede ser una gran salida profesional”, concluye, con ánimo de que más jóvenes entren en este terreno.
Puntos sensibles. El internet de las cosas constituye otro de los puntos clave para el futuro. “Muchas veces no se da tanta importancia en asegurar el hardware como se hace con el software.