Lo que se persigue es reducir la incertidumbre para permitira las compañías e inversores construir el mejor futuro
Desconocida para muchos, fundamental para otros, la inteligencia en el entorno corporativo tiende a aportar una importante ventaja competitiva. A diferencia del mundo anglosajón, donde hablar de sus virtudes resulta superfluo al ser estas viejas conocidas, en España aún supone una escurridiza asignatura pendiente. Como muestra, señalar que el extenso catálogo de productos y servicios de inteligencia que las grandes consultorías internacionales ofrecen, sin ir más lejos, en el vecino Reino Unido, va menguando significativamente cuando se mira a sus divisiones ibéricas, donde consideran que no hay suficiente mercado.
La inteligencia persigue, siendo sucintos, reducir la incertidumbre, ayudar a la toma de decisiones y permitir el diseño de estrategias prospectivas, es decir, construir esos escenarios futuros —o futuribles— tan interesantes. Dicho así, ¿quién osaría sustraerse de conocer el futuro, cuan augur romano? Como ejemplo en la actualidad catalana, ¿sería mejor para las empresas anticiparse a un escenario geopolítico adverso, o huir a la desbandada en el último minuto?.
Aunque llevar la inteligencia a la práctica no es ni sencillo ni tampoco asequible para todos, las razones para su escasa implementación no son tanto de coste-beneficio, sino más bien otras más prosaicas: una pizca de desconocimiento, otra de confusión causada por la venta de humo de iniciativas conceptuales y de dudosa utilidad práctica, usualmente vinculadas al mundo universitario, pero sobre todo, e infinitamente más dañina, la asociación de la inteligencia con actividades ilícitas. El famoso caso Interligare o la reciente operación Tándem con los informes del comisario Villarejo, arrastran el concepto de inteligencia a un mundo tenebroso lleno de sordidez e ilegalidad. Inteligencia empresarial nunca implica, ni por asomo, invadir la privacidad de nadie. Todo lo contrario, legalidad y código ético deben ser los faros que guíen la obtención de información.
Afortunadamente, una visión moderna de la inteligencia que engloba las técnicas más innovadoras se va a abriendo paso. En este sentido, en este mes de noviembre los profesionales dispondrán, por vez primera, de un encuentro multisectorial en Madrid de la mano del Fórum Profesional de Inteligencia Aplicada. Dada su aplicación transversal, además de los usos más habituales en materia de seguridad, fraude, blanqueo… donde las amenazas son dinámicas, la inteligencia supone una ayuda al navegante en unos mercados internacionales muy globalizados. Por así decirlo, es el GPS con el que energéticas, ingenierías, telecos, farmacéuticas, y muchas otras empresas afrontan retos tanto de competitividad como riesgos geopolíticos, tecnológicos, ciber-algo o de otra índole.
Gowex, esa empresa que a principios de 2014 rondaba los 2.000 millones de euros de valor bursátil, fue reducida a cenizas en cuestión de horas por la misteriosa Gotham City Research tras publicar un informe indicando que sus acciones valían cero y que el 90% de sus ventas no existían. ¿Cómo pudo una empresa afincada en Delaware oler un fraude que ni miles de inversionistas ni el MAB consiguieron detectar?. La respuesta es el uso de una inteligencia táctica que desentierra a los esqueletos más profundos. Un remedio eficaz, bajo el eufemismo de inteligencia debida mejorada, para aplicar en inversiones, adquisiciones o joint-ventures, sirviendo también para gestionar crisis donde lo inesperado se ha hecho realidad.
Establecer un canal de denuncias o whistleblower es fácil. Ir más allá del postureo, dado el reto de valorar la información recibida, resulta más complicado. La eficacia del control interno es fundamental en la defensa efectiva tanto contra la corrupción como contra la mala praxis, especialmente en estos tiempos donde la moda es el compliance. Se podrían poner muchos más ejemplos, pero baste con apuntar que la inteligencia trata de descubrir lo que otros quieres ocultar, y ocultar lo que otros quieren descubrir. La implementación es compleja y la línea entre el éxito y el más rotundo de los fracasos es tenue, pero como premio no sólo ofrece respuestas sino también conduce a plantear las preguntas adecuadas.