Los objetos conectados a la red son el foco de las amenazas, según un estudio
Según una encuesta elaborada por Trend Micro, multinacional especializada en ciberseguridad, el 63 por ciento de las empresas asegura que las amenazas relacionadas con el Internet de las Cosas (IoT) han aumentado en los últimos 12 meses.
Con todo, solamente la mitad de las entidades consultadas considera que los dispositivos conectados a Internet suponen una amenaza para su propia compañía. Cada vez más, el IoT adquiere un peso mayor en el seno de la empresa privada. Este concepto hace referencia a los dispositivos conectados a Internet que captan y envían información y son claves en el Big Data. Por ello, para garantizar la prevención de potenciales perjuicios, apostar por la inversión en ciberseguridad se torna vital. «Los dispositivos del IoT son fundamentales en el proceso de transformación digital. No entender su potencial y sus riesgos puede salir carísimo», afirma Silvia Leal, conferenciante internacional experta en tecnología.
Pymes y grandes compañías
La seguridad del IoT adquiere distintas características en las pequeñas y medianas empresas y las de gran tamaño. «La diferencia suele ser la normalización y la procedimentación. La gran empresa aún tiene mucho recorrido de mejora por delante pero, habitualmente, cuenta con políticas, normativas o procedimientos. Por otro lado, la pyme no se ha podido desarrollar. En general, aún tiene todo por hacer», explica José Antonio Rubio, doctor ingeniero en Ciberseguridad. Las grandes empresas, a menudo, disponen de un departamento especializado en ciberseguridad, mientras que en las entidades de menor tamaño la falta de especialización supone un serio problema. «El profesional, o profesionales, del área informática hacen de hombre orquesta, no habiendo por tanto una segregación de funciones y asignación formal de responsabilidades en esta materia», señala Rubio.
Los expertos coinciden en que ser víctimas de un ataque cibernético en el sistema IoT acarrea graves consecuencias en la estabilidad de la empresa. Incibe pone el foco en la mala reputación que se puede generar y las pérdidas económicas que ello conlleva. «Si consideramos que a través de un fallo en un dispositivo IoT se produce una fuga de información de datos personales, podremos estar enfrentándonos a un importante problema de reputación, así como a una elevada sanción económica. Esto se traducirá en una cuenta de resultados mermada a causa de la marcha de clientes, la ausencia de nuevos por la falta de confianza generada y, por supuesto, por el castigo punitivo provocado por el incidente», aseguran desde la entidad estatal. Leal, más contundente, afirma que los efectos de un ciberataque de este tipo suponen directamente «la muerte» para la compañía afectada.
La seguridad en el IoT es una preocupación que traspasa fronteras según Rubio, que señala que la situación de España no es muy diferente a la del resto de países del Viejo Continente.