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Cristales rotos: la importancia de implementar medidas preventivas

    Por Enric Vilamajó, CEO en Winterman

    Cristales rotos: la importancia de implementar medidas preventivas

    El fraude interno sigue aumentando en los últimos años; el 54% de las empresas españolas asegura haber sufrido algún tipo de fraude económico en los últimos 2 años.

    ¿Qué le pasa a un edificio al que no se le repara una ventana rota?

    A priori podemos pensar que no pasa absolutamente nada, pero la realidad es que una ventana sin reparar acaba convirtiéndose en un reclamo para más destrozos. Por el contrario, su rápida reparación frena las probabilidades de futuros actos vandálicos en el resto del edificio.

    Un estudio de James Q Wilson, ya en los años 70, nos hablaba de la gran importancia de reparar cualquier desperfecto en los edificios, así como en vehículos aparcados en la vía pública. Y es que cualquier síntoma de desperfecto genera un efecto llamada a más destrozos, como si fuera una luz verde al vandalismo. El estudio de Wilson nos explicaba como un cristal roto en un bloque de pisos daba la señal de que esté estaba abandonado y lo convertía en la diana perfecta para que los vecinos del barrio lo utilizaran para descargar sus frustraciones. De un simple cristal roto se pasaba a la rotura de múltiples ventanas, basura en los accesos o grafitis en las paredes. Sorprendentemente, si la misma ventana era reparada de manera inmediata ya no se registraban más desperfectos. La reparación se convertía en la mejor prevención, dando el mensaje a los ciudadanos de que había alguien que estaba vigilando y cuidando del edificio.

    Lo mismo pasa con la seguridad corporativa, la falta de medidas antifraude o no reaccionar a posibles incidencias de seguridad genera un sentimiento de impunidad que desencadena en otras acciones fraudulentas. De ahí la gran importancia no sólo de prevenir, sino de hacer visibles a todos los miembros de una empresa que las medidas de prevención antifraude están adecuadamente instauradas, gestionadas y controladas.

    La implantación de planes antifraude, pasa por un análisis previo de la empresa, sus miembros y su contexto. Con toda la información recopilada y analizada se extraen las posibles debilidades para potenciar su seguridad y se seleccionan los activos críticos a proteger, ya que no toda la información tiene el mismo valor ni el mismo grado de ser susceptible a protección.

    Cuando los miembros de una organización conocen y saben de la implantación de medidas antifraude se disipan las probabilidades de que un acto no ético pueda llegar a ocurrir dentro de una organización. El aumento de la sensación de control tiene efectos disuasorios inmediatos.

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