El crecimiento económico y la creación de empleo disparan el absentismo laboral. Cepyme y las mutuas crean una aplicación para medir el fraude.
El absentismo laboral, la ausencia del trabajo, fundamentalmente por enfermedad común, tiene un elevado coste para la Seguridad Social, las empresas y el conjunto de la economía. El año pasado, el coste total de este problema para España ascendió a 76.751 millones de euros, lo que supone un incremento del 11% respecto a 2016.
Así se recoge en el informe sobre el absentismo laboral que publicaron ayer Cepyme, la patronal de la pequeña y mediana empresa, y Amat, la Asociación de mutuas de accidentes de trabajo, colaboradoras de la Seguridad Social. Enfermedades contingencias– comunes son aquellas que demuestran que no se deben estrictamente al trabajo del operario. Por ejemplo, la gripe, la jaqueca, una faringitis o una depresión.
Es más, este coste ha crecido de forma imparable, en más de 20.000 millones, desde que comenzó la recuperación en 2013. Entonces, el absentismo laboral hizo que la economía dejara de producir 54.365 millones.
Los 76.7651 millones de euros de coste para la economía en 2017 se dividen en los siguientes capítulos: 6.614,46 millones de euros de coste para la Seguridad Social; 6.273 millones, que pagaron las empresas, y 63.863 millones de euros, en términos de bienes y servicios que se dejaron de prestar o producir por las bajas laborales, según las estimaciones de las mutuas y Cepyme.
Medido en horas de trabajo perdidas, resulta que el año pasado las jornadas vacías equivalen a que 920.000 trabajadores no acudieron ningún día a su puesto de trabajo. Hay que tener en cuenta que, en 2017, hubo 4,5 millones de procesos de incapacidad temporal por contingencias comunes y, además, el tiempo medio de duración de una baja es de 40 días. Estos casos
representan un crecimiento del 6,72%, un poco más del doble del 3,6% del incremento de la población protegida por las mutuas. Las colaboradoras de la Seguridad Social cubren al 95% de los asalariados y de los autónomos.
Perder el miedo
El crecimiento de las bajas laborales tiene dos razones, fundamentalmente. La primera es que el número de trabajadores ocupados y, en consecuencia, los procesos de bajas, aumentan por el crecimiento económico. Es decir, por el incremento del empleo.
En segundo lugar, la bonanza económica reduce el miedo de los trabajadores a perder el empleo y, en consecuencia, a faltar en la empresa. Si en 2017, cuando el crecimiento ya estaba consolidado, hubo 4,5 millones de proceso de baja a trabajadores afectados por contingencias –enfermedades– comunes, en 2013, año en el que comenzó la recuperación, las bajas laborales fueron 3,4 millones.
Es decir hay un millón de trabajadores de diferencia entre 2013 y 2017. “Cuando la economía va mal, el absentismo laboral baja, pero cuando las cosas mejoran aumentan las faltas al trabajo”, dijo ayer Antonio Garamendi, presidente de la patronal de la pequeña y mediana empresas (Cepyme). Precisamente, Garamendi y Mariano de Diego, presidente de Amat, presentaron ayer una aplicación informática para que las pymes puedan controlar y medir el coste de lo que les cuesta el absentismo laboral. Es una herramienta para ayudar a estas empresas –de hasta 249 trabajadores– a medir también el “fraude” o la picaresca en las empresas con las faltas de trabajadores.
Hay que tener en cuenta que estas empresas tienen menos posibilidades de medir el problema, a diferencia de las grandes que cuentan con menos medios . En este sentido, Garamendi animó a los sindicatos “a combatir el fraude en el absentismo laboral, participando, incluso, en la gestión de las mutuas”. Más allá de los casos reales de los trabajadores que puedan estar enfermos.
En esta línea, el presidente de Cepyme recalcó que en el acuerdo sobre los convenios de 2018, que están negociando los empresarios con los sindicatos, CEOE y Cepyme ofrecen un incremento adicional de los salarios si hay un compromiso firme de COO y UGT de reducir el absentismo laboral. La propuesta inicial de los empresarios a los sindicatos contempla un incremento salarial de hasta el 2%, más un punto adicional si se cumplen determinadas condiciones: la disminución de las bajas laborales; mayor flexibilidad interna en las empresas y una mejora de la productividad. Las mutuas llevan mucho tiempo pidiendo a la Seguridad Social que las autorice a dar de alta al trabajador en las enfermedades comunes.